Pamela Cruz. Península 360 Press [P360P].
Luego de diversos videos que se han difundido y esparcido por redes sociales y medios de comunicación donde se observan agresiones en contra de personas asiático-estadounidenses, así como los miles de reportes de ataques en su contra, expertos señalan que dicha comunidad enfrenta un doble virus, pues además de dar cara a la pandemia por COVID-19 también tienen que lidiar con un racismo exacerbado.
Luego de que el presidente Donald Trump dejara el poder el pasado 20 de enero, los asiático-estadounidenses e isleños del Pacífico –AAPI, por sus siglas en inglés–, pensaron que los ataques en contra de su comunidad disminuirían, por desgracia, «la problemática no ha desaparecido».
Así lo señaló John C. Yang, presidente y director ejecutivo de Promoción de la Justicia para asiático-estadounidenses –AAJC, por sus siglas en inglés–, quien destacó que los ataques han aumentado a lo largo de más de un año.
«Los asiático-estadounidenses han estado luchando con dos virus: uno es el virus COVID-19, que todos nosotros enfrentamos, así como sus efectos en la salud y la economía. Pero, desafortunadamente, los asiático-estadounidenses también han tenido que luchar contra un segundo “virus”, el racismo. Un virus que nos está afectando en el espíritu», agregó.
Durante la sesión informativa «Las comunidades se unen para combatir la violencia contra los asiáticos» realizada por Ethnic Media Services, el experto destacó que, a lo anterior, se añade que muchos asiático-estadounidenses son trabajadores de primera línea y laboran en tiendas de comestibles, hospitales, centros comunitarios y en servicios de custodia. «Así que el efecto en nuestra comunidad es definitivamente muy significativo».
«Este virus del racismo es un virus que es muy contagioso y que afecta a todas nuestras comunidades. Tenemos que luchar juntos contra este virus», puntualizó.
Y es que, dijo, en una reciente encuesta, más del 75 por ciento de los asiático-estadounidenses sentían que eran el objetivo o habían aumentado su miedo a la discriminación, mientras que en otro estudio realizado en 2020, se determinó que 40 por ciento de las personas pertenecientes a dicha comunidad experimentaron la discriminación o escucharon a alguien culpar a Asia o China por el COVID-19.
«Las palabras importan. No podemos descartar que hemos tenido un año completo en el que un presidente –Donald Trump– y algunos de sus colegas han llamado a este virus “el virus de China” o “la gripe de Wuhan”», destacó.
Si bien es cierto que los ataques a la comunidad asiático-estadounidense no son nuevos y datan de la década de 1880, actualmente la violencia y los insultos hacia dicha comunidad, se han salido de control.
«Nos ven como extranjeros portadores de la enfermedad. Sin duda, hay un condicionamiento que sucedió en este último año y que causó que la gente tenga miedo de los asiático-estadounidenses», agregó.
Yang reconoció que la raíz de ese miedo es el temor por la salud, así como por lo económico, por lo que la gente busca a quién culpar de todo ello, y al iniciar la pandemia por COVID-19 en China, la comunidad asiática fue la indicada para ello.
Uno de los primeros memorándums que realizó el presidente Joe Biden a su llegada a la Casa Blanca, hace un mes, fue en materia de equidad racial y contra la xenofobia que vive la comunidad asiático-estadounidense; sin embargo, eso solo es el comienzo, dijo Yang.
«Hay más cosas que el gobierno puede hacer, tiene que invertir en las comunidades, ya sea para promover los centros de respuesta a las víctimas, para proporcionar recursos y asistencia financiera, y para fomentar las conversaciones interculturales de la comunidad, pues es importante para romper algunas de estas barreras», señaló.
Para Marc Morial, presidente y director general de la Liga Nacional Urbana, «el odio está en todas partes y es una enfermedad invisible».
Tras manifestarse en contra de la «demonización» contra los asiático-estadounidenses por la emergencia sanitaria de COVID-19, señaló que todas las comunidades –afrodescendiente, AAPI, latina, LGBTTTIQ+, judía-estadounidense, e islámico-estadounidense–, deben mantenerse unidos «para instar a que se invierta en responsabilizar a aquellos que llevan a cabo estos actos y para continuar nuestro compromiso con el trabajo y la comprensión intercultural que es esencial para el trabajo de derechos civiles en el siglo XXI».
«Siempre ha habido una línea entre la libertad de expresión y el discurso del odio. Cuando vemos el discurso del odio debemos condenarlo. Debemos denunciarlo. Debemos enfrentarlo. Cuando el discurso del odio instiga actos de violencia, entonces las protecciones de la libertad de expresión desaparecen», abundó.
Morial explicó que «tenemos que dejar muy claro que el discurso del odio que conduce a actos violentos contra personas inocentes es ilegal. Lo más importante que tenemos que hacer como líderes, es condenar estas acciones, condenar estas palabras, debemos hacerlo por la mañana, en la tarde y en la noche, de domingo al sábado, tenemos que seguir haciéndolo porque tenemos que combatir el odio con mensajes de tolerancia, comprensión y amor por la humanidad».
La directora ejecutiva del Consejo de Política y Planificación de Asia Pacífico –A3PCON, por sus siglas en inglés–, Manjusha P. Kulkarni, puntualizó que en un período de nueve meses se registraron más de dos mil 800 informes de incidentes –ataques a la comunidad asiático-estadounidense– en el transcurso de 41 semanas.
A su vez, detalló que, si bien es cierto que la mayoría de los ataques se han reportado en los estados de California y Nueva York, no significa que ninguna zona de Estados Unidos sea inmune. «De hecho, hemos recibido informes tanto de zonas rurales como urbanas de estados lejanos como Alaska y Hawái, así como del corazón de EE. UU.».
Aclaró que las mujeres están experimentando el odio a una tasa 2.5 veces mayor que la de los hombres, y que el aumento de ataques a personas mayores se debe a que «quizás los agresores piensen que –los ancianos– no pueden defenderse, al menos físicamente, y pueden ser el objetivo».
De igual manera refirió que alrededor del 40 por ciento de los ataques han tenido lugar en negocios privados –tiendas de comestibles o farmacias–, mientras que alrededor del 30 por ciento ocurrió en el ámbito público –calles públicas, aceras, parques, o transporte público–, y alrededor del 10 por ciento, al menos en California, se producen en residencias privadas.
Y no es que en las escuelas no se reciban ataques, sin embargo, estas han estado cerradas casi un año.
«Alrededor del 40 por ciento –de los atacados– son individuos que se identifican como chinos-estadounidenses por lo que constituyen una pluralidad…comunidad seguida por la coreana, filipina, vietnamita y japonesa».
En ese sentido, Cynthia Choi, codirectora ejecutiva de Chinese for Affirmative Action y cocreadora del Centro Stop AAPI Hate, destacó que el impacto de los ataques contra la comunidad asiático-estadounidense ha sido «traumatizante».
«Ha habido una alarmante tasa de depresión y ansiedad relacionada con los prejuicios relacionados con el COVID-19. Y los recientes eventos de ancianos que han sido atacados y asesinados, ya sea por motivos raciales o no, sigue creando un clima de miedo y ansiedad».
Agregó que hay un precedente histórico de prejuicios y discriminación contra los asiáticos.
«Tenemos que entender que eso ha definido nuestra experiencia, al negarse los derechos humanos básicos, sometidos a la violencia de la mafia y al tratamiento discriminatorio. Nuestros sistemas de leyes, en diferentes momentos, nos han pintado como una amenaza para la salud pública, como extranjeros sucios portadores de enfermedades, como hilos económicos que quitan puestos de trabajo y, a veces, como una amenaza para la seguridad nacional».
Asimismo, destacó que «la retórica antiasiática y “anti-China” y el clima general antiinmigrante que culpa a los chivos expiatorios, es directamente responsable de los niveles sin precedentes de ataques interpersonales que estamos viendo».
José Roberto Hernández, de la Alianza de Trabajadores Inmigrantes de Koreatown destacó en su momento que «lo que se está viviendo ahora mismo son todavía las réplicas del contexto político y social que hemos estado viviendo desde que se fundó Estados Unidos».
«Lo que estamos experimentando en realidad es el virus de “America First”. Ese es el único virus que tenemos que empezar a desmantelar de aquí en adelante porque eso se incrustó en la sociedad».
«Tenemos que empezar a deshacer el daño que Donald Trump y todos los compinches y los aliados políticos y los medios de comunicación seleccionados que estaban promoviendo todo esto. Tenemos que encontrar la manera de iniciar una nueva evolución cultural que refleje la realidad de este país. Tenemos que empezar a trabajar en un plan a largo plazo. Tenemos que asegurarnos de hacer que la gente se responsabilice de promover el liderazgo dentro de nuestras comunidades».