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viernes, noviembre 22, 2024
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Un caldo para el corazón

Por Satya Vargas. 

Un caldo para el corazón
“No he perdido. Lo que hacía allá, lo encuentro acá”, Reyna Elizabeth Cuin.

¿Cuál es la comida que recuerda usted de la casa? 

Los ojos de Reyna se iluminan en respuesta a la pregunta. “Escogería el caldo de res. Allá en Guatemala le llamamos caldo de res. He tratado de prepararlo acá”. 

Al igual que su caldo, Reyna ha traído su cultura con orgullo a los Estados Unidos, sin embargo, traerla a un lugar diferente no es una hazaña sencilla. Aunque a ella le gusta cocinar y me explica con mucho placer cómo preparar un “chuchito”, Reyna no siempre ha tenido la oportunidad de crear todo lo que quiere con facilidad, ya que al principio tenía dificultades de encontrar los ingredientes. Entonces me describe como ella se quitó una máscara y decidió que podía preparar “chuchitos”. 

Y en esa frase pequeña es claro que Reyna no ha dejado que el mundo le diga lo que puede y no puede hacer, sino que ella se lo dice al mundo. Reyna ha decidido traer la cultura con ella, y encontrar una manera de hacerla posible aquí. 

Por ejemplo, es importante que Reyna lleve su huipil a los eventos especiales, aunque los americanos con frecuencia “[la] ignoran. No ven. Como que no es importante”. O cuando la ven en su traje en la calle, se acercan a ella y le preguntan, “¿de dónde eres? ¡Ah, Guatemala!” y la abrazan haciendo un gran alarde. A pesar de esto, ella sigue llevando su traje porque, así como su caldo de res, “es algo especial para mí”.

De la misma manera que su ropa tiene un lugar especial cerca de su corazón, el idioma mantiene un significado igual. Para Reyna su casa estaría incompleta sin el sonido K’iche rebotando en la pared. 

Al igual que en su pueblo de nacimiento, Chichicastenango, Guatemala, se habla k’iche en casa y ella espera que en el futuro sus nietos también lo aprendan, a pesar de vivir en los Estados Unidos. 

No obstante, no es necesario esperar a las generaciones siguientes para adoptar algo de los Estados Unidos. La vida de Reyna no solo ha sido construida al traer la cultura guatemalteca a los Estados Unidos, también ha adoptado algo de la cultura estadounidense y la ha involucrado en la suya. 

Mientras que, estar lejos de la familia y con un calendario diferente significa que no pueda celebrar los mismos días festivos de su niñez, ella ha adoptado tradiciones como el día de Acción de Gracias (cocinando un pavo al horno) y sigue festejando la Navidad, la cual celebra con su familia cercana.

Desde la llegada de Reyna, en 2014, ha creado una casa especial para ella y sus hijos. En un país extraño, lejos de la familia, de la cultura y del idioma familiar, ha encontrado una manera de recrear lo que le importa y añadir una pizca de la cultura americana.

Sentada frente a mí con su huipil lleno de flores bordadas a mano, describiendo su caldo de res, Reyna me dice que al igual que la búsqueda de los ingredientes de su caldo de res, ella ha encontrado…“no he perdido. Siento que acá encuentro lo que necesito. Lo que hacía allá, lo encuentro acá”.

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