Luego de que la jugadora de la WNBA ganara su cuarto campeonato con la Tormenta de Seattle y LeBron hiciera lo propio con Lakers, se desató el debate sobre lo que cada uno gana al conseguir el máximo objetivo en su categoría.
Península 360 Press.
El deporte mundial femenino ha tomado tintes de justicia desde la voz de algunas de sus protagonistas. Ejemplo de ello, es que en el verano de 2019 la jugadora y capitana de la Selección de Futbol de Estados Unidos, Megan Rapinoe, criticó a la FIFA por poner en el mismo horario la final de la Copa del Mundo femenil y la de Copa América y Oro varonil, argumentando que en los máximos escenarios masculinos sería impensable hacerlo, ahora el debate versa sobre la abismal diferencia salarial entre Sue Bird, pareja amorosa de Rapinoe, y LeBron James, superestrellas del baloncesto.
Hace apenas una semana, Bird y James conseguían levantarse como campeones de la WNBA y la NBA respectivamente. Al lograrlo, ambos sumaron su cuarto anillo de campeonato en lo que llevan de carrera y, aunque en lo deportivo las cifras son iguales, los cheques que entrega la Asociación no pesan lo mismo.
Mientras que el veterano de los Lakers de Los Ángeles acumuló esta temporada 37 millones de dólares por entregarle el decimoséptimo título a la franquicia oro y púrpura, la líder histórica de asistencias en la liga femenil obtuvo 215 mil dólares a pesar de también ser campeona.
No sólo se trata de los salarios. Se estima que James, por comandar como principal pieza del conjunto angelino el campeonato, obtuvo de premio aproximadamente 370 mil dólares, por los 11,356 de su homóloga.
Las principales razones para que los basquetbolistas ganen más dinero que las mujeres se basa en los supuestos acuerdos comerciales de cada liga y, por lo tanto, en los ingresos que cada una mantiene. Por otro lado, la plataforma de streaming que creó la Liga para transmitir los partidos de la NBA cuesta aproximadamente 152.36 dólares anuales, mientras que la misma, pero de la división femenil, tiene un precio de 5 dólares.
Los sueldos eran aún más bajos antes de esta temporada. En enero las jugadoras protestaron para exigir mejoras en los ingresos económicos de cada una de ellas y, aunque no pedían cobrar lo que se embolsan las superestrellas varoniles, sí el reparto equitativo de los ingresos, con lo que reformaron el contrato colectivo de trabajo por los siguientes nueve años, las jugadoras mejor pagadas podrán ganar más de 500 mil dólares, es decir, más del triple de lo que obtenían apenas la temporada pasada.
A pesar de que desde 2015 existe un contrato, con duración de nueve años, por 24 mil millones de dólares por los derechos de transmisión de ambas ligas, la mayor parte del dinero se destina a las campañas varoniles, quienes también atraen la atención de los principales patrocinadores, los aficionados y la compra de camisetas, así como el calzado especializado.
Las principales protagonistas en la duela de la WNBA han levantado la voz. La puja por mejorar condiciones y hacer visible al mundo la desigualdad salarial derivada del género cada día trae a la mesa el debate sobre cómo se evalúa el trabajo en una industria que mueve cientos de miles de dólares.