miércoles, diciembre 25, 2024

Solidaridad

Raúl Romero.
Por Raúl Romero. Península 360 Press [P360P]

En la década de los 90 mis padres montaron una tienda de abarrotes en un barrio semiurbano del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. A mí me tocaba ayudar de varias maneras en el negocio familiar: acompañando a mi padre a la Central de Abastos para surtirnos, haciendo el inventario o atendiendo el negocio en mis ratos libres.

En honor a mi abuela, la tienda se llamaba “Abarrotes Carmelita”. No era un gran negocio, en realidad apenas ayudaba a ir pasando la semana. Recuerdo que mucha gente llegaba a pedir prestado, la quincena no alcanzaba y había que alimentar a la familia.

Siempre solidarios, mis padres adoptaron la libreta, un cuadernito en donde varias personas anotaban los productos que pedían: pañales sueltos, el litro de leche, un kilo de arroz, huevo, frijol o azúcar, aceite y hasta un cigarro suelto “para calmar los nervios” iban engrosando la lista de clientes que, casi siempre, acudían a pagar apenas llegaba la quincena. Impensable que este tipo de prácticas solidarias se den hoy en los Oxxo, Seven Eleven o demás empresas. 

Las prácticas solidarias en los barrios de la Ciudad de México son muchas. Está la tanda, por ejemplo, que permite el ahorro y ayuda a quien escoge los primeros números a salir de apuros. También está esa de pasar el pasaje, que permite a  los pasajeros que abordaron el transporte público lleno, hacer llegar su pago y también a recibir su cambio. No hace mucho supe que también sigue vivo eso de ayudar a echar el colado, costumbre en la que los vecinos ayudan a echar la loza en las casas de autoconstrucción. La lista es larga, valdría la pena hacer un inventario.

La respuesta social frente a los terremotos de 1985 y 2017 en la Ciudad de México guardan un lugar importante en la memoria colectiva de la solidaridad chilanga. El primero lo conocí más por historias familiares y por la literatura. El segundo, lo vi y viví directamente: aquel martes 19 de septiembre de 2017 miles de personas de todas las edades y oficios desbordaron la solidaridad en la Ciudad y sus alrededores. Muchas historias de aquel día se cuentan y se seguirán contando.

El caso es que, lejos de ese individualismo egoísta que busca imponerse como norma de vida, hay en muchos barrios de la Ciudad un principio de solidaridad, de comunidad, de ayuda mutua. Estoy seguro que será ese ser en común lo que nos sacará del abismo.

Raúl Romero es sociólogo, latinoamericanista y técnico académico en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

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