U NÁAJIL A PIXÁN / LA CASA DE TU ALMA
A t’aane’ u náajil a pixán / Tu idioma es la casa de tu alma.
Tumen ti’ kuxa’an a laats’ilo’ob / Ahí viven tus padres y tus abuelos.
Ti’e’ úuchben xa’anilnaj / En esa casa milenaria,
u k’aasal a kajtalil / hogar de tus recuerdos,
ti’ ku p’aatal a t’aan / permanece tu palabra.
Le béetike’ / Por eso,
ma’ wóok’tik u kíimil a wínklil / no llores la muerte de tu cuerpo,
mix a wóok’tik u kíimil a pixán / ni llores la muerte de tu alma;
a wíinklil / tu cuerpo,
máantats ku p’aatal ichil u yich a páalal / permanece en el rostro de tus hijos;
a pixané / tu alma,
máantats ku léembak ich u yich xuxil éek’ob / eternece en el fulgor de las estrellas.
-Jorge Miguel Cocom Pech, Poeta Maya
Para los mayas, la muerte no era el final de la vida, sino el principio de una nueva etapa; y con colores, olores, sabores y texturas, esta cultura milenaria, festeja el Hanal Pixán (comida a las ánimas), una celebración a sus muertos que regresan cada año a visitar a sus seres queridos.
Esta cultura se desarrolló en Guatemala y México (Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas) y El Salvador. Entre las ciudades mayas más importantes estaban: Palenque, Chichén Itzá, Tikal, Copán y Calakmul.
Los mayas veían la vida y la muerte de forma cíclica, por lo que morir no era el final de todo, sino una nueva forma de nacer, pues la vida era un tiempo sin fin. Creían que los muertos, los vivos y los dioses, se encontraban unidos por caminos de serpientes por donde transitaban las ánimas hacia el cielo correspondiente y hacia la resurrección en el vientre de las mujeres.
Para ellos, la vida humana estaba constituida por el alma o espíritu llamado pixan, esto determinaba el vigor y la energía de las personas siendo el elemento que viajaría al inframundo al sobrevenir la muerte física.
Con la llegada de los españoles las costumbres cambiaron, las ceremonias y rituales se prohibieron, por lo que el retorno a la vida en forma cíclica se fue perdiendo, dejando a un lado la idea de la reencarnación. En la nueva cosmología, todas las almas regresaban una vez al año para permanecer unos días con sus familiares y amigos.
Este cambio dio paso a la celebración de los fieles difuntos donde se espera a los seres queridos con altares representativos a las tradiciones y creencias prehispánicas.
Actualmente se vive el Hanal Pixan como un momento de cercanía con las raíces mayas a manera de continuidad, permanencia y renovación como la cultura Maya en el proceso cíclico, dando paso a un nuevo comienzo, ya que sin el deceso de nuestros ancestros, no existiría la vida ahora.
Hanal Pixan, la tradición maya que celebra el Día de los Muertos
Hanal Pixán o “comida de las ánimas”, es la celebración a los fieles difuntos en la cultura maya.
Las comunidades y poblados mayas se preparan para recibir a sus seres queridos que han fallecido; del 31 de octubre al 2 de noviembre las ánimas regresan para visitar a sus familiares.
El primer día de la celebración es dedicado a los niños y le llaman U Hanal Palal. El segundo día, 1 de noviembre, es dedicado a los adultos y se le llama U Hanal Nucuch Uinicoob. El tercer día es dedicado a todos los santos, por lo que se prepara una ceremonia especial, se le llama U Hanal Pixanoob, llamado en algunos lugares Misa Pixán.
Para esta celebración se acostumbra visitar las tumbas de los difuntos y decorarlas con flores, limpiarlas, y pasar un rato agradable en el cementerio; también es parte de la tradición colocar un altar con comida típica, flores, velas, pan, agua, una fotografía de los seres queridos y artesanías mayas.
A diferencia de otras regiones, en los altares mayas solo se acostumbra colocar un nivel en la ofrenda, viendo a la tierra en un solo nivel; la mesa debe llevar un mantel blanco con figuras bordadas, también se acostumbra quemar incienso que ayuda a guiar a las ánimas a los hogares.
Día de todos los Santos: Celebración en Guatemala
En Guatemala, la celebración del Día de todos los Santos es muy representativa, se acostumbra visitar los cementerios para adornarlos, escuchar música y celebrar el día en compañía de sus seres queridos.
Llevar fiabre para comer en la visita a los cementerios es muy común, esta es una comida típica para la celebración, su origen es de la cultura maya, ellos conmemoraban a sus difuntos reuniéndose en la tumbas de sus difuntos y comiendo platillos fríos.
Es así como llegó el fiambre, siendo una mezcla de embutidos y carnes, acompañado de vegetales de Guatemala.
En algunas partes de Guatemala se acostumbra comer en familia güisquiles y elotes, se establece que en las primeras horas del 1 de noviembre se salga en busca de los vegetales, después se ponen a cocer en una fogata donde los familiares se reúnen a pasar el tiempo mientras comen, en otras ocasiones, se los llevan al cementerio para comerlos en su visita a la tumba de sus seres queridos.
Otra tradición de Guatemala es la carrera de las ánimas, donde varios jinetes realizan una carrera a caballo, es un ritual espiritual que se hace en honor a los difuntos, esta carrera se realiza en una pista improvisada, los jinetes visten un traje adornado con cintas y plumas en el sombrero.
Pero la celebración más representativa en Guatemala es la de los barriletes gigantes, que son una especie de cometas de colores que hacen volar para esta festividad.
El inicio de los barriletes fue en el siglo XIX, fueron fabricados por los chinos, sin embargo, se realizaron en un tamaño pequeño. Cuando fue presidente Justo Rufino Barrios (1873-1885), realizó cementerios en varias comunidades y fue cuando comenzaron a utilizar estos artículos como parte de la celebración aprovechando las corrientes de aire.
Al volar las cometas sobre las tumbas se cree que el aire y los barriletes forman un elemento para comunicarse con los seres queridos fallecidos.
Por iniciativa del ex presidente Jorge Ubico Castañeda, los habitantes de Santiago Sacatepéquez, hicieron los barriletes gigantes que ahora se conocen como lo más representativo en esta festividad.
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