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miércoles, abril 24, 2024
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Segunda dosis de vacuna contra COVID-19 no debe ser omitida: estudio

Por Pamela Cruz. Península 360 Press [P360P]

*Científicos analizaron muestras de sangre de un grupo de receptores de la vacuna Pfizer para conocer con precisión sus efectos en el sistema inmunológico

De acuerdo con un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, la segunda dosis de la vacuna contra COVID-19 no debe ser omitida, pues induce un poderoso impulso a una parte del sistema inmunológico que proporciona una amplia protección antiviral, la cual, podría incluso proteger contra otros virus además del SARS-CoV-2.

El estudio, publicado el 12 de julio en Nature, fue diseñado para averiguar con exactitud los efectos de la vacuna comercializada por Pfizer sobre los numerosos componentes de la respuesta inmunitaria. 

Así, tras analizar muestras de sangre de individuos inoculados, los investigadores encontraron que la primera inyección aumenta los niveles de anticuerpos específicos del SARS-CoV-2, como se esperaba, pero no tanto como la segunda.

«La segunda dosis tiene poderosos efectos beneficiosos que superan con creces a los de la primera», dijo Bali Pulendran, profesor de patología y  microbiología e inmunología, y uno de los principales autores del estudio.

Esta segunda dosis, dijo, «estimuló un aumento múltiple en los niveles de anticuerpos, una excelente respuesta de células T que estuvo ausente después de la primera inyección, y una respuesta inmune innata sorprendentemente mejorada».

Las células T buscan y destruyen células inmunes que no se adhieren a las partículas virales como lo hacen los anticuerpos, sino que exploran los tejidos del cuerpo en busca de células que presenten signos reveladores de infecciones virales y al encontrarlos destrozan esas células.

Sin embargo Pulendran detalló que la segunda dosis de la vacuna provocó la movilización masiva de un grupo recién descubierto de monocitos o células de primera respuesta, que normalmente son escasas e inactivas pues apenas se mueven en respuesta a una infección real por COVID-19. Pero la vacuna Pfizer los indujo.

Y es que, este grupo especial de monocitos, que forman parte del sistema inmunológico innato, constituía solo el 0.01 por ciento de todas las células sanguíneas circulantes antes de la vacunación. Pero después de la segunda inyección de la vacuna Pfizer, su número se multiplicó por 100 para representar el 1.0 por ciento de todas las células sanguíneas. 

Además, subrayó, su disposición se volvió menos inflamatoria pero intensamente antiviral. «Parecen excepcionalmente capaces de proporcionar una amplia protección contra diversas infecciones virales», dijo Pulendran.

«El extraordinario aumento en la frecuencia de estas células, solo un día después de la inmunización de refuerzo, es sorprendente», subrayó el experto. «Es posible que estas células puedan atacar no solo al SARS-CoV-2 sino también contra otros virus».

Tanto la Pfizer, como la fabricada por Moderna, funciona de manera bastante diferente a las vacunas clásicas compuestas de patógenos vivos o muertos, proteínas individuales o carbohidratos que entrenan al sistema inmunológico para concentrarse en un microbio en particular y eliminarlo. 

En cambio, las vacunas Pfizer y Moderna contienen recetas genéticas para fabricar la proteína de pico que el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, utiliza para adherirse a las células que infecta.

Tradicionalmente, la principal base inmunológica para la aprobación de nuevas vacunas ha sido su capacidad para inducir anticuerpos neutralizantes: proteínas individualizadas creadas por células inmunes llamadas células B, que pueden adherirse a un virus y bloquearlo para que no infecte a las células.

Nuevas vacunas, un camino hacia nuevos horizontes inmunológicos 

Las vacunas de tipo ARN mensajero ‒ARNm‒, como las de Pfizer o Moderna, usan ácido ribonucleico genéticamente modificado para brindarle a las células instrucciones sobre cómo producir la proteína S que se encuentra en la superficie del virus de la COVID-19. 

Después de la vacunación, las células inmunitarias comienzan a producir las partes de la proteína S y a mostrarlas en la superficie de las células. Esto hace que el organismo produzca anticuerpos. Por lo que si más adelante hay una infección de COVID-19, estos anticuerpos combatirán el virus.

El ARN o ácido ribonucleico es el otro tipo de ácido nucleico que posibilita la síntesis de proteínas. Si bien el ADN contiene la información genética, el ARN es el que permite que esta sea comprendida por las células.

Una vez que envía las instrucciones, el ARNm se degrada inmediatamente. Nunca ingresa al núcleo de las células, donde se almacena el ADN (ácido desoxirribonucleico). 

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Pamela Cruz
Pamela Cruz
Jefa de Redacción de Península 360 Press. Comunicóloga de profesión, pero periodista y escritora por convicción, con más de 10 años de experiencia en medios. Especializada en periodismo médico y científico por Harvard y ganadora de la beca International Visitors Leadership Program del gobierno de EE. UU.

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